Exposición 4: Todas las variaciones son válidas, incluída esta.
- Samuel Ramiro González
- 11 nov 2017
- 2 Min. de lectura
La exposición de Esther Ferrer es una de las experiencias más distintas respecto al arte que he tenido en mucho tiempo, ya que aunque otras veces e incluso ese mismo día vi otras exposiciones de carácter abstracto o retrospectivo esta tenía algo distinto.
Según entré en la exposición entré en su mundo, un mundo repleto de maneras diferentes de expresarse a sí misma, de las más variadas, algunas hasta haciendo plantearse si eso era arte o no. Desde su obsesión por los números primos demostrada en la gran explanada en el centro de la sala y las diversas obras, hasta el piano colocado a disposición del espectador para que lo tocase, pasando por las diferentes performance y propuestas de la autora, los numerosos y distintos audios en los cascos que había dispuestos en unas butacas, los sonidos en la sala o su crítica hacia los juguetes y de cómo estos eran tanto machistas como belicistas.
Es decir, los elementos formaban un todo, un todo que formaba la identidad de la autora y de cómo ella proponía todo lo que se podía ver y hacer. Por ejemplo, un compañero y to realizamos una performance con 4 sillas, una mesa y un ventilador; todo lo que había que hacer era colocar las sillas como más nos gustase con la única condición de que se tenía que poner la siguiente tal y como estaba la anterior antes de ser cambiada, para finalmente mover la mesa y el ventilador, y volver a empezar, así hasta que se quisiese. He aquí un ejemplo de la misma:

Además, otro compañero y yo analizamos unos cuadros en los que nos preguntábamos si representaría la perdida de un hijo en un aborto. Estos son los cuadros en cuestión:


En definitiva, todo lo explicado e incluso otras performances que realizamos, creaban una atmósfera única que invitaba a realizar todas las actividades propuestas y aprender todo lo posible de ese lugar en el que el tiempo parecía no correr.
Comments