Exposición 3: Las Formas del Alma
- Samuel Ramiro González
- 29 oct 2017
- 2 Min. de lectura
De todas las exposiciones de la asignatura hasta la fecha, esta ha sido mi favorita: dónde estaba situada, la cantidad de estilos y autores distintos y el excelente trabajo de los comisarios de la exposición.

Al principio observé gran parte de la exposición en un vistazo rápido, para saber de que iba un poco el tema y tener a algo a lo que agarrarme o comprender de una manera algo más precisa. En ese vistazo destacaron dos cosas por encima de todas, la Piedad Invertida, colocada en el medio de la exposición y con su consiguiente doble inversión justo encima de ella, era visualmente increíble, aunque, a decir verdad, fue algo con lo que estuvo a punto de tropezar lo que de verdad me captó, algo de lo que no me di cuenta, las dos figuras humanas en terrenos de arena pequeños de Juan Zamora: estas eran una mujer y un hombre que proyectaban una sombra hacia la tierra, e incluso antes de la posterior guía del comisario descubrí que en esa sombra había una planta, una pequeña planta intentando germinar a la sombra del hombre, en contra de lo que se supone que es un elemento esencial en su desarrollo: la luz, tema que este autor trabaja de una manera magistral.
Más tarde, un hombre a cargo de la exposición se acercó y me hizo darme cuenta de algo que, aunque era obvio, me encantó: todas y cada una de las obras eran diferentes puntos de vista de un mismo tema, y que cada uno lo llevaba a su terreno, reduciéndolo a veces a las preguntas siempre cuestionadas en la filosofía. Acto seguido, a partir de las "esculturillas" de Juan Zamora comenzamos a analizar casi todas las obras, no de manera que el nos contase qué pretendía el autor o qué significaban, sino mostrando y proponiendo ideas que nosotros desarrollábamos y que poníamos en común, lo cual enriqueció absolutamente el visionado de la exposición.
Por tanto, las obras que más me gustaron fueron las "esculturillas", la Piedad Invertida, las esculturas de la niñez de arcilla, las cuales evocaban perfectamente esa sensación de vuelta a la niñez y de como esos miedos irracionales se establecen ahí sin irse nunca del todo; y los cuadros realistas pero fantásticos, que tenían una belleza increíble, además de un trato de la luz y la perspectiva que me encantaron.
En conclusión, me pareció un trabajo excelente tanto de autores como de comisarios, ya que la disposición, iluminación y localización estaban perfectamente medidas y me transportó a otro mundo durante el tiempo que la estuve observando.
Comentarios