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Exposición 2: Manchas en el Silencio

  • Foto del escritor: Samuel Ramiro González
    Samuel Ramiro González
  • 8 oct 2017
  • 2 Min. de lectura

Exposición realizada por Cristina Lucas en Alcalá 31 en la C/Alcalá en Madrid. En esta se muestra una obra completa en toda la sala, en diferentes apartados y repartida en dos plantas, que muestra el arte como medio de protesta a través de la historia con un motivo concreto: las bombas a lugares civiles lanzadas en estos tiempos modernos.Para ello se vale de una serie de medios o maneras de explesarlo distintas:


Justo en la entrada, además del nombre de la exposición, hay un vídeo de un avión que sobrevuela el cielo y que provoca el único sonido que había en la exposición, el cual daba ambientación a que lo que se quería contar. Más adelante se encontraba otra pantalla después de unos cómods sofás (ya que este vídeo era más largo) dispuesta en tres partes, en las que en la principal se iban colocando los nombres de las ciudades bombardeadas y en las secundaras fotografías de las consecuencias de lo ocurrido.


A los lados y hasta el fondo, de forma horizontal con cierta inclinación, sedisponían una serie de telares donde se representaban partes amplias del mundo en las que, cosidos en negro se representaban los nombres de las ciudaddes y núcleos de pobación que habían sido bombardeados, superponiéndose en gran medida la mayoría entre ellos haciendo casi imposible la lectura de los nombres, dando a entender que la cantidad de bombardeos hacía hasta perder la importancia de lo sucedido, como si no fuese importante, como si estuviese en un eterno silencio.


Detrás de la gran pantalla central y al fondo de la sala se encontraba una ristra de nombres de ciudaddes y poblaciones colocadas en un gran mural. Justo detrás de ella había otro muro con páginas web y una serie de ordenadores que inducían a la investigación de lo que la exposición quería contar y se pudiese profundizar más en el tema.


Finalmente, En la segunda planta, que era un pequeño balcón que rodeaba toda la arquitectura de la sala, se podían observar una serie de 360 relojes que marcaban todas las horas posibles del planeta en una sola sala, colocados minuciosamente en su tiempo concreto, creando todos juntos una poderosa armonía.


En definitiva, es una exposición a la que nada más entrar entendí qué pretendía expresar y contar, y que aunque no terminó de capturarme del todo, me gustó la manera en la que dispuso todo y la forma en la que quería contar ese cruento tema del que nadie parece querer hablar y en el que cuando acaba una guerra (o en su propio proceso) nadie se para a pensar en la cantidad de muertes civiles acontecidas y no contadas.


Aquí dejo unas fotos de la exposición:


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